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Coronavirus: Rastros y secuelas

Coronavirus: Rastros y secuelas

Estudios e investigaciones intentan arrojar luz sobre el futuro incierto de quienes han conseguido vencer al coronavirus. Sus consecuencias perduran una vez se abandona el hospital, especialmente en los casos más graves, y son muchos los que se ven obligados a alargar los tratamientos.

La neumonía es uno de los efectos más comunes producidos por el nuevo coronavirus Covid-19 en el cuerpo humano. Los pacientes que experimentan este tipo de infecciones de forma severa, junto a una inflamación prolongada y enfermedades crónicas subyacentes pueden tener más riesgo de padecer enfermedades futuras como ataques cardíacos, derrame cerebral y problemas renales.

En sus estados más graves, estas infecciones pueden desembocar en un edema pulmonar, cuando el líquido se acumula en las numerosas bolsas de los pulmones y provocar problemas respiratorios a largo plazo. Los estudios, no obstante, muestran como la mayoría de pacientes recuperados no desarrollan este tipo de secuelas pulmonares.


Algunas alteraciones respiratorias, cardiacas o neurológicas podrían volverse crónicas

Preocupan asimismo los daños que el Covid-19 pueda causar en el corazón, tanto por los efectos directos del virus sobre el músculo cardiaco como porque la infección aumenta la formación de coágulos en la sangre. Así, la Covid-19 aumenta tanto el riesgo de miocarditis –o inflamación del músculo cardiaco– como de infartos de miocardio.

También se ha observado entre los pacientes que salen de la UCI “muchísima atrofia muscular que llama la atención” porque va más allá de la que sería esperable por la hospitalización, señala Sara Laxe, del Clínic. Se ha planteado la hipótesis de que esta atrofia podría deberse a los efectos del coronavirus sobre los nervios que controlan los músculos, o bien a sus efectos directos sobre el tejido muscular.


Aumento de los problemas mentales derivados del Covid-19

A las secuelas físicas habría que sumar los efectos psicológicos que puede desencadenar el estrés generado por esta enfermedad en los pacientes recuperados. En este sentido, los profesionales prevén un aumento importante de los problemas de salud mental una vez pase la crisis. Casos de ansiedad, depresión e incluso trastorno de estrés postraumático. Un estudio anterior, reveló que un tercio de las personas hospitalizadas por SARS habían desarrollado síntomas moderados o severos de depresión un año después de superar la enfermedad.

Médicos como E. Wesley Ely, sospechan que el coronavirus podría tener una implicación directa sobre el cerebro. La inflamación que causa el Covid-19 en todo el cuerpo puede limitar el flujo sanguíneo que llega al cerebro y matar "células cerebrales", aclara este neumólogo de la Universidad de Vaderbilt.


Es de recordar que también después de la pandemia de gripe de 1918 se detectó una oleada de casos de encefalitis letárgica en la década siguiente. Advierten de que hay que prestar atención a la posibilidad de que se produzca un fenómeno similar.

La fatiga es, por tanto, una de las secuelas más frecuentes del COVID-19. Esta doctora explica que un 30% de los ya despachados “muestra todavía algún síntoma respiratorio”, como tos o sensación de falta de aire, y ello aunque la radiografía ya se haya normalizado, subraya. Cuando detectan esto, lo que hacen es mandarlos además a una consulta específica de Neumología para que les hagan estudios más dirigidos, pruebas funcionales, espirometrías, y, si hiciese falta, un TAC.


Síntomas menos frecuentes:

• Alopecia
• Pérdida muscular
• Lesiones cutáneas 


Para describir la amplia variedad de desafíos de recuperación, los expertos a menudo usan un término general, acuñado hace aproximadamente una década: síndrome posterior a cuidados intensivos, que puede incluir cualquiera de los síntomas físicos, cognitivos y emocionales que enfrentan los pacientes.

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